Fragmento de “Un Mundo Feliz”,de Aldous Huxley
"Es
que a mí me gustan los inconvenientes.
-A
nosotros no –dijo el interventor-. Preferimos las cosas con
comodidad.
-Pues
yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, peligro
real, libertad, bondad, pecado.
-En
suma, usted reclama el derecho a ser desgraciado.
-Muy
bien, de acuerdo-dijo el salvaje, en tono de reto-. Reclamo el
derecho a ser desgraciado.
-Sin
hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, a tener
sífilis y cáncer, a pasar hambre, a ser piojoso, a vivir en el
temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho, en fin,
a ser un hombre atormentado.
-Reclamo
todos estos derechos-concluyó el salvaje-.
-Están
a su disposición-dijo el interventor encogiéndose de hombros-“.
Fragmento de “Frankenstein”, de Mary Shelley
“Desde
aquel día no tuve otra ocupación que la física y especialmente la
química, en el sentido más amplio de la palabra. Leía con avidez
las obras, tan llenas de genio, que seguramente los investigadores
modernos habían escrito sobre estos temas…
Tras
días y noches de trabajos y fatigas, logré descubrir la causa de la
generación vital. Más aún, conseguí dar vida a la materia
inerte...
Nadie
puede imaginar la variedad de emociones que me arrastraban como un
huracán en el primer entusiasmo del triunfo...prosiguiendo con mis
cavilaciones, llegué a pensar que si podía otorgar vida a la
materia inerte, podría con el tiempo, aunque entonces me resultaba
imposible, renovar la vida en los cuerpos a los que la muerte había
condenado a la putrefacción..."
"No
habrá lealtad; no existirá más fidelidad que la que se debe al
Partido, ni más amor que el amor al Gran Hermano. No habrá risa,
excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá
arte, ni literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la
belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero
siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la
sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más
sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de
pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de cómo
será el futuro. Figúrate una bota aplastando un rostro humano...
incesantemente."
"-¿Existe
el Gran Hermano?- dijo Winston
-Claro
que existe. El Partido existe. El Gran Hermano es la encarnación del
partido-dijo O'Brien
-¿Existe
en el mismo sentido en que yo existo?
-Tú
no existes. "
Fragmento
de “La
Máquina del Tiempo”, de
H.G.
Wells
“Evidentemente
-prosiguió el Viajero a través del Tiempo- todo cuerpo real debe
extenderse en cuatro direcciones: debe tener Longitud, Anchura,
Espesor y... Duración. Pero debido a una flaqueza natural de la
carne, que les explicaré dentro de un momento, tendemos a
olvidar este hecho. Existen en realidad cuatro dimensiones, tres
a las que llamamos los tres planos del Espacio, y una cuarta, el
Tiempo. Hay, sin embargo, una tendencia a establecer una distinción
imaginaria entre las tres primeras dimensiones y la última,
porque sucede que nuestra conciencia se mueve por intermitencias en
una dirección a lo largo de la última desde el comienzo hasta el
fin de nuestras vidas”.
Fragmento
de
“¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas?”,
de
Philip
K. Dick
“Nadie
recordaba hoy por qué había estallado la guerra, ni quién —si
alguien— había ganado. El polvo que había contaminado la mayor
parte de la superficie del planeta no se había originado en ningún
país particular, y nadie lo había previsto, ni siquiera el enemigo
durante la guerra. Primero habían muerto —era extraño— los
búhos. Eso había parecido entonces casi divertido: esas aves
gruesas, plumosas, blancas, caídas en los parques y las calles...
Como no aparecían antes del crepúsculo, y así había ocurrido
cuando vivían, los búhos pasaron inadvertidos.
Del
mismo modo se manifestaron las plagas medievales. Muchas ratas
muertas. Sin embargo, esa plaga había descendido desde lo alto. Y
después de los búhos, por supuesto, todas las demás aves pero para
ese momento el misterio ya había sido comprendido. Antes de la
guerra había un pequeño programa de colonización; ahora que el sol
había dejado de brillar sobre la Tierra, la colonización entraba en
una nueva fase. Y en relación con ella, un arma de guerra se
modificó: el Luchador Sintético por la Libertad. El robot humanoide
—o, expresado con propiedad, el androide orgánico—, capaz de
funcionar en un mundo extraño, se convirtió en la máquina esencial
del programa de colonización. Según las leyes de la ONU todo
emigrante debía recibir un androide civil a su elección; y en 1990
la variedad de androides civiles excedía todo lo imaginable, como
había ocurrido con los coches americanos en la década de 1960”.
Fragmento
de “Yo,
Robot” de
Isaac
Asimov
"El
robot QT-1 Cutie, duda sobre su existencia y responde a Donovan y
Powell). Fíjate en ti. No lo digo con ánimo de desprecio, pero
fíjate bien. El material del que estás hecho es blando y flojo,
carece de resistencia, y su energía depende de la oxidación
ineficiente del material orgánico. (...)
Entráis
periódicamente en coma, y la menor variación de temperatura,
presión atmosférica, la humedad o la intensidad de radiación
afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables. Yo, por el contrario,
soy un producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y
la utilizo con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy
compuesto de fuerte metal, permanezco consciente todo el tiempo y
puedo soportar fácilmente los más extremados cambios ambientales.
Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposición de que
ningún ser puede crear un ser más perfecto que él, reduce vuestra
tonta teoría a la nada. "
Fragmento
de
“Parque Jurásico”
de
Michael Crichton
“De
hecho, ya en 1982 había habido discusiones técnicas sobre la
clonación de dinosaurios. Cada año que pasaba, la manipulación del
ADN se hacía más fácil. Ya se había extraído material genético
de momias egipcias, así como del cuero de una cuaga, animal africano
parecido a la cebra, extinguido en la década de 1880. Para 1985
parecía posible que el ADN de la cuaga se pudiera reconstruir y
hacer que creciera un nuevo animal. De ser así, habría sido el
primer ser vivo recuperado de extinción merced, exclusivamente, a la
reconstrucción de su ADN. Si eso era posible, ¿qué otras cosas lo
eran? ¿El mastodonte? ¿El tigre de dientes de sable? ¿El dodo?
¿O hasta un dinosaurio?”
Fragmento de “Crónicas Marcianas”, de Ray Bradbury
¿O hasta un dinosaurio?”
Fragmento de “Crónicas Marcianas”, de Ray Bradbury
“Un
marciano se adelantó y los saludó con una reverencia.
-Yo
soy el señor Uuu.
-Y
yo soy el capitán Jonathan Williams, de la ciudad de Nueva York, de
la Tierra-dijo el capitán sin mucho entusiasmo. […]
El señor Uuu palmeó al capitán.
-Es
agradable ver a otros de la Tierra. Yo también soy de allí.
-¿Qué
ha dicho usted?
-Aquí
somos muchos los terrestres.
El
capitán lo miró fijamente.
-¿Usted?
¿Terrestre? ¿Es posible? ¿Vino en un cohete? ¿Desde cuándo se
viaja por el espacio?-Parecía decepcionado.-¿De qué... de qué
país es usted?
-De
Tuiereol. Vine hace años en el espíritu de mi cuerpo.
-Tuiereol.-El
capitán articuló dificultosamente la palabra.-No conozco ese país.
¿Qué es eso del espíritu del cuerpo?
-También
la señorita Rrr es terrestre. ¿No es cierto, señorita Rrr?
La
señorita Rrr asintió con una risa extraña.
-También
el señor Www,el señor Qqq y el señor Vw.
-Yo
soy de Júpiter-dijo uno pavoneándose.
-Yo
de Saturno-dijo otro. Los ojos le brillaban maliciosamente.
-Júpiter,
Saturno -murmuró el capitán, parpadeando...”
Fragmento
de
“Dune”,
de Frank Herbert
Arrakis... Dune... el Planeta del Desierto.
Paul se durmió de nuevo y soñó en una caverna arrakena, con seres silenciosos irguiéndose a su alrededor a la pálida claridad de los globos. Todo era solemne, como en el interior de una catedral, y oía un débil sonido, el drip-drip-drip del agua. Aún soñando, Paul sabía sin embargo que al despertar lo recordaría todo. Siempre recordaba sus sueños premonitorios.
Paul se durmió de nuevo y soñó en una caverna arrakena, con seres silenciosos irguiéndose a su alrededor a la pálida claridad de los globos. Todo era solemne, como en el interior de una catedral, y oía un débil sonido, el drip-drip-drip del agua. Aún soñando, Paul sabía sin embargo que al despertar lo recordaría todo. Siempre recordaba sus sueños premonitorios.
El sueño se desvaneció.
Paul se despertó en el tibio lecho y pensó... pensó. Aquel mundo de Castel Caladan, donde no tenía juegos ni compañeros de su edad, quizá no mereciera la menor tristeza. El doctor Yueh, su preceptor, le había dado a entender de forma ocasional que el sistema de castas de los faufreluches no era tan rígido en Arrakis. En el planeta había gente que vivía al borde del desierto sin un caid o un bashar que la gobernase:
los llamados Fremen, elusivos como el viento del desierto, que ni siquiera figuraban en los censos de los Registros Imperiales.
Arrakis... Dune... el Planeta del Desierto.
Paul se despertó en el tibio lecho y pensó... pensó. Aquel mundo de Castel Caladan, donde no tenía juegos ni compañeros de su edad, quizá no mereciera la menor tristeza. El doctor Yueh, su preceptor, le había dado a entender de forma ocasional que el sistema de castas de los faufreluches no era tan rígido en Arrakis. En el planeta había gente que vivía al borde del desierto sin un caid o un bashar que la gobernase:
los llamados Fremen, elusivos como el viento del desierto, que ni siquiera figuraban en los censos de los Registros Imperiales.
Arrakis... Dune... el Planeta del Desierto.
Fragmento
de
“De la Tierra a la Luna”,
de Julio Verne
-Amigos míos -dijo-, me parece que la cuestión queda resuelta. Si no he logrado convenceros a todos, se debe a que he sido tímido en mis demostraciones, débil en mis argumentos: y echad la culpa a la insuficiencia de mis estudios teóricos. Como quiera que sea, os lo repito, la distancia de la Tierra a su satélite es, en realidad, poco importante y no merece preocupar a un pensador grave y concienzudo. No creo, pues, avanzar demasiado diciendo que se establecerán próximamente trenes de proyectiles, en los que se hará con toda comodidad el viaje de la Tierra a la Luna. No habrá que temer choques, sacudidas ni descarrilamientos, y llegaremos rápidamente al término, sin fatiga, en línea recta; y antes de veinte años la mitad de la Tierra habrá visitado la Luna.
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